La Dulce Meada De Ella
Ella se encontraba delante de mí, yo sólo tenía la misión de obedecer todo lo que ordenaba, bajo pena de castigarme con su ausencia para siempre.Por eso, yo debía afanarme en cumplir todo lo que se me pedía y dejarla contenta y satisfecha para que hubieran más oportunidades.Me dijo que me tumbara en el suelo y que abriera mi boca al máximo, cosa que cumplí sin rechistar. Ella se encontraba solamente con bragas, no llevaba más atuendo encima, vino hacia mí, restregó sus bragas por mi nariz y mis labios y, a continuación, se desprendió de ellas.Se colocó en cuclillas sobre mi cara y me dijo que me iba a echar una buena ración de lluvia dorada, que no quería que desperdiciase ni una gota o se ausentaría para siempre.Le contesté afirmativamente, le indiqué que no se preocupara, que cumpliría con todo lo que me ordenara, sin problemas.Sonrió. Ella comenzó a descargar su orina dentro de mi boca, fué abundante, cuando se dió cuenta que la tenía llena hasta los bordes paró y comentó que aguantase porque iba a pensar si me merecía tragarla o que fuese al lavabo y la tirase. Ella tuvo dos segundos de vacilación y decidió que debía tragarla, pero como había comentado antes, no debía desperdiciar ni una gota.Yo, sin problema alguno, porque he de reconocer que me encanta la meada femenina, tragué poco a poco todo aquel diluvio que me había echado ella y, al final, incluso, me relamí demostrándole lo que me había agradado engullir toda su meada. . Ella sonrió asintiendo, restregó su coño y su ano por mi boca y me prometió nuevas experiencias por mi empeño en satisfacerla.Yo sólo pude decirle gracias por todo lo bueno que estaba dándome, yo que soy solamente un orinal humano para mujeres.