Esclavizada Por Voluntad Propia
La historia que revelaré no es otra que la de un “dominio sexual” del que terminé siendo presa por quien creí estar ayudando y que en su descontrolado fervor sexual, caí en su trampa, resultando al día de hoy presa de todos sus perversiones y deseos sexuales más extremos.-
Comienza una tarde caminando por avenida Santa Fe en Buenos Aires, cuando me encontré con Patricia a quien conocía de hacía varios años, proponiéndole ir a tomar un café que aceptó sin titubear.- Había actuado como “perito médica” en litigios que yo había iniciado como abogado de varios accidentados, naciendo desde allí una amistad que nunca pasó de eso, sin embargo aquella tarde no iba a ser una de las tantas en que compartíamos nada más que alguna charla banal o intercambio profesional.- Me cuenta que se había separado por segunda vez de su marido y que había iniciado los trámite tendientes a obtener su divorcio.- De inmediato, como un deseo incontenible, me nació proponerle ir a cenar, obteniendo por respuesta que por ahora no resultaba conveniente en atención a que sus hijos estaban todavía un poco “shockeados” con todo lo que había ocurrido.- Decidí entonces que debería aprovechar una mejor oportunidad, la cual no se hizo esperar mucho, puesto que al cabo de unos meses me llamó para preguntarme si aquella invitación todavía estaba en pie, a la que sólo le contesté por donde y a que hora la debería ir a buscar.-
Debo reconocer que me sentí un poco nervioso durante toda la velada, puesto que siempre la consideré como a una mujer fuera de lo común, casi diría como a aquellos próceres del pasado que nos enseñaban en la primaria, los cuales no tenían los reclamos de cualquier ser humano, como: “dolores de muela”, o “ necesidades fisiológicas”, en fin, verdaderos impolutos.- Pese a todo me sentía contento disfrutando de aquella cena, puesto que Patricia siempre me había resultado atractiva e interesante para la cama, aunque debo confesar que no daba la sensación de mujer fatal.- Ya finalizando y pronta a dejarla en su casa le propuse si me invitaba a pasar, reiterándome que si era por ella no había problemas pero que no convenía a tan poco tiempo de su separación aparecer con alguien nuevo, a lo que le contesté que si ello era el problema podríamos compartir ese mismo café en mi casa.- Se me quedó mirando –sin dudas pronta a decirme que no- cuando de improvisto me nació darle un beso que le impidiera esa intentona, dando finalmente el resultado esperado.-
Ya estando en casa, intenté seducirla pero resultó algo más que frustrante, confesándome finalmente que los problemas en torno a su matrimonio siempre habían girado en relación a su enorme inhibición para todo lo que fuera sexual, no saliendo nunca de la postura tradicional y si era posible estando vestida.- Incluso varias veces había intentado curarse, con ayuda psicológica, pero todo había sido en vano.-
Realmente me costaba creer que la súper mujer que siempre me había imaginado, era solamente la punta de un “iceberg” que reflejaba solamente un aspecto de su vida que era lo profesional, pero con lo que tenía que ver en su aspecto más íntimo, llegando incluso a confesarme que nunca había tenido siquiera un orgasmo.-
Comprendí que era inútil insistir, puesto que mis años de psicología me habían enseñado que a este tipo de personajes, difícilmente podría cambiarlas en su estructura “yoica”, salvo por alguna circunstancia especial que yo no estaba dispuesto a buscarla.-
Ya cuando nos íbamos, debió buscar en mi escritorio su abrigo y observó accidentalmente algunos libros que tengo de hipnósis que evidentemente le llamaron la atención, puesto que de inmediato me preguntó si hacía dicha terapia, contestándole que mi interés fundamental era con respecto al tema de “vidas pasadas” lo que me obligaba a tener que intentar que la persona fuera relajándose mediante la misma.-
Para mi sorpresa, me preguntó si yo pensaba que con dicho tratamiento podrían desaparecer sus graves problemas inhibitorios para con el sexo, a lo que le contesté que en primer lugar no todas las personas son hipnotizables y de serlo no podía asegurarle tal éxito.-
Titubeó por algún momento y luego, para mi enorme sorpresa me pidió si podíamos hacer el intento, lo que consideré que era honesto de mi parte explicarle que no era un experto en el tema y mucho menos un erudito en psicología, apenas había rendido algunas materias, contestándome que de todas formas sentía una confianza ciega en mí y que seguramente yo podría hacer algo en la cura de su traba emocional.-
Confieso que contra mi voluntad, me pareció que no podía desilusionarla diciéndole que no, por lo que acepté advirtiéndole que primero debería saber si era hipnotizable, a lo que de inmediato me contestó que hiciera de ella lo que considerara necesario para quitarle aquel trauma.- “Lo que fuera necesario…” le contesté…”sí, confío ciegamente en vos…””bueno …” al principio dichas palabras las tomé como de alguien que sinceramente estaba mal de la nuca, pero bueno…ya estaba metido en el problema, de manera que decidí seguir.-
“Excelente…”!!! le contesté, le hice notar que como seguramente sería difícil de hipnotizar, debería darme las manos y fijándose en mis ojos, debería cerrar y abrir los suyos, contando de uno hasta veinte; así lo hizo, deslizando sobre mí una leve transpiración al poner sus palmas sobre las mías, sin dudas producto de sus nervios que trataba de ocultar.- Obedeció mis ordenes al pié de la letra, comenzando a contar mientras abría y cerraba sus ojos, esperando que posiblemente llegaría al veinte y luego debería insistirle que recuente de nuevo.- “Uno…, dos…, tres… -risita leve- a lo que le respondí en forma seria haciéndole notar que debería estar concentrada, de lo contrario efectivamente no lo lograría, respondiendo entonces con bastante suficiencia, “…bueno, bueno…”, tratando de ocultar sus más que evidentes temores, “…cuatro, cinco, seis, sieete, ooocho, nueev, diezzz…”, poco a poco comenzó a cambiar el volumen de su voz, haciéndose más lento el conteo, lo que resultó inesperado, puesto que noté que iba entrando en trance, “…onceee, docee, trece…”, levemente su cabeza comenzó a caer y sus ojos permanecieron cerrados.- De inmediato le indiqué que a la cuenta que haría de cinco estaría totalmente bajo mi poder, comenzando esta vez yo, en forma lenta y pausada, “uno…, “sentís la cabeza blanda…”, dos…, “se afloja el cuerpo…”, “no sentís los pechos…”, “todo en vos se afloja…”, a lo que de inmediato comenzó a caer lentamente sobre el sofa, “tres… no sentís las piernas”, transportándote mi voz cada vez más y más a un profundo sueño…”, cuatro… lo único que escuchas esta vez es mi voz…”, solamente mi voz…, no existe otra cosa en tu mente…”, “cinco…”.- Luego de aguardar unos minutos, levanté uno de su brazos y lo solté, pudiendo constatar que había perdido toda su voluntad.-
Me asombré al verla en ese estado, puesto que nunca hubiese imaginado que Patricia, por quien sentía una profunda atracción sexual y luego me daría cuenta que ella hacia mí, no hubiéramos podido concretar en forma totalmente liberada nuestra mutuo deseo, en la forma que ella quería seguramente y lamentablemente no podía.- Me propuse entonces que ambos nos hiciéramos un favor que de seguro estaría totalmente de acuerdo, puesto que ella misma me había dicho que hiciera lo que considerara más conveniente para curar su problema de inhibición, proponiéndole que sacara de su inconsciente todos sus deseos y perversiones sexuales más intimas, para ello decidí que me los contaría sin ningún tapujo, comenzando por ordenarle que lentamente fuera sacándose su ropa y a medida que lo iba haciendo, su cuerpo iría sintiendo una sensación de calor que implicaría por cada prenda que se quitara un aumento de deseo sexual cada vez más intenso, ya estando por el corpiño y pronta a quitarse su bombacha, noté lo duro de sus pezones y lo mojada que estaba aquella, sin dudas producto de la excitación inconsciente que iba produciéndose en ella por cada prenda que iba dejando caer en el piso.- Ya totalmente desnuda, comencé a ordenarle que me dijera cual era su mayor deseo sexual que siempre deseó hacer con algún hombre y nunca se atrevió a pedírselo, contestándome que le encantaba que mientras le metían y le sacaban el pene de su concha, le introdujeran su consolador en el ano, a lo que de inmediato le contesté que difícilmente podría cubrir su último deseo puesto que no contaba con ese juguete, contestándome que buscara en su cartera, a lo que para mi sorpresa extraje de ella y saqué un consolador de enormes proporciones .- Nunca me hubiera imaginado que una mujer tan inhibida como me había relatado ser, llevara entre sus cosas un juguete de esas características, lo que evidentemente me reveló que desde un principio había sido su intención acostarse conmigo pero no había podido enfrentar su trauma.- De inmediato le ordené que se arrodillara y pusiera sus manos hacia adelante, lo que luego de obedecer, comenzé a penetrarla una y otra vez, gritando de placer, mientras sentía que hacía fuerza su despampanante culo contra mi vientre, tratando que le entrara lo más adentro posible.- A medida que hacía esto último, le embadurne de aceite su vibrador, ordenándole que relajara su ano con total displicencia a cualquier dolor, puesto que gozaría aún más, introduciéndoselo de a poco hasta que otro grito de placer me advirtió que había llegado hasta el fondo.- Todo ello mientras continuaba metiéndole mi pija, agregándole que cuando le diera la orden, despertaría envuelta en un profundo orgasmo como nunca había sentido y mucho menos olvidaría, conté hasta tres y le dije que despertara, mientras le inundaba su cachucha con mi leche y ella gritaba inconteniblemente de placer revolcando una y otra vez su cabeza sobre el colchón, empujando todo su culo contra mi vientre, mientras le sacaba de su ano su tremendo juguete que no había parado de vibrar.-
A poco que iba retornando a su estado de total consciencia, quedando sin embargo residuos de placer que seguía manifestándolos con leves temblequeos que no podía controlar, comenzó a sonreírme tocando suavemente mi pene, besándome una y otra vez rogándome que nunca más dejara de hacerla gozar como lo había sentido y que continuara haciendo de ella lo que yo quisiera.- “…En mi vida sentí tamaño orgasmo, recuerdo todo y no me avergüenzo, es más, me encantó en el estado de trance que me pusiste y lo que hicistes conmigo, siento que puedo pedirtelo una y otra vez sin sonrojarme, no se en que momento me dormistes pero me encantó…” , contestándole que todas las veces que sintiera cualquier tipo de deseo, por más perverso que fuera el mismo, nunca más volvería a sufrir ningún tipo de inhibición, puesto que la había preparado mediante órdenes posthipnóticas para que ello no le volviera a ocurrir.- Su primera reacción fue de asombro y posterior risa, convencida que ello le sería imposible, a lo que le pedí que pensara una nueva perversión sexual que siempre hubiera deseado y jamás pudo concretar, a lo que para ello le pedí que cerrara sus ojos y se concentrara en ello, haciéndolo casi a regañadientes y con una leve sonrisa, comenzando de repente a desaparecer ésta última y abriéndolos nuevamente, cuando sin ninguna inhibición, abrió sus piernas, observando que su concha nuevamente estaba totalmente mojada, tomando esta vez su juguete y comenzando a introducírselo una y otra vez enfrente mío, mientras me decía que siempre había sido su deseo masturbarse frente a un hombre y nunca se había animado a hacerlo…que la observara hasta acabar totalmente, cosa que por supuesto hice, terminando en otro orgasmo que la relajó casi al punto de perder su conciencia quedando introducido su juguete en su enorme agujero.- (continuara…)