Ayudando a mi primo en un negocio I
La ayuda para el negocio.
Mi querido primito, que se había cambiado de ciudad, decidió intentar un nuevo negocio, y me llamó para ayudarlo con los inversionistas. Me sorprendió la llamada, pero sin duda racepté verlo.
En su hotel nos actualizamos de noticias, le conté que ya le estaba dando las nalgas al novio formal, pero al estilo “modosita” o sea, sin “depravaciones”, como mamar o dar el culo, no, nada de eso. Solo acostadita de espaldas y cada vez haciendo que él, cuidadosamente me abriera las piernas. Muy decente y muy moral.
Para celebrar nuestro encuentro, mi amor me mostró su palo, ya duro y listo para la pelea; con esa visión, lo siguiente era bajarme a mamarlo. ¡Lógico! ¡Era tan sabrosa esa verga, gruesa y llena de vida! ¡Y tan familiar! ¡Tantas veces que ya me la había metido por todos los agujeros!
Después de varios meses separados, con los pezones duros, duros de cachonda, me acosté y abrí las piernas provocándolo con mi chuchita peluda, muy mojada lista para meterme la verga…
Me folló, cachondeando mis tetas, me la metió hasta el fondo. Después de unas bombeadas me levantó las piernas, juntándolas al pecho, para cogerme mejor y de paso apretarme las chiches… ¡Que rico!
¡Bueno! Hasta ahí muy bien. Después de venirnos, descansamos y comenzamos a platicar del negocio y de lo que me quería pedir. Resulta que él veía a los probables socios medios tibios, medio dudando y pensó que si les demostraba que tenía familiaridad con la ciudad, con los lugares y gentes, y los alegraba, terminarían de convencerse. De paso si se convencían, me ofreció una parte de las ganancias. ¿Y que es lo que esperaba que yo hiciera? Ser amable y mostrarles todo lo que pidieran.
Estuve de acuerdo sin que me quedara claro que significaba eso de: ”… mostrarles todo…” ni lo de “…ser amable…” Al día siguiente quedó muuuuyyy claro.
Al salir, en al lobby me presentó a dos señores bien arreglados y educados. Noté que me examinaron con cuidado.
Hasta ahí quedó ese día, pues tenía que regresar temprano y me despedí; él se adelantó para encontrar un taxi, y vi que hablaba con el chofer. Ya arrancando, me abrazó y besó con muchas ganas, pasando las manos por los pechos y piernas. Lo habitual.
Pero… poco más tarde, comenzó a subirme la falda, y abrirme la blusa. Me alarmó un poco y vi como reaccionaba el chofer. Que iba manejando despacio, raro en ese negocio. Y nos veía mucho por el espejo…
– El chofer nos está viendo. Le dije al oído.
– Si, ya lo vi, pero no te preocupes, antes de subirnos le pregunté si le molestaría que te acariciara… dijo que no, que podíamos hace lo que quisiéramos. Inclusive… todo
– ¿Todo? ¿Qué es todo…?
No me respondió y abriéndome la blusa, me soltó el sostén y lo sacó por las mangas, dejando mis pechos a la vista. Con el diálogo anterior y viendo que el chofer no nos incomodaría, me quedé quieta y volví a acariciarlo y besarlo. Calentándome más y más…
Y ya no me importó que metiera la mano hasta tocar mi panochita, ya muuuuyyyy mojada. Tranquila, abrí las piernas y me jalé la falda hacia los lados y arriba para facilitar… y quedar con los pechos y piernas todos a la vista. De ojos cerrados, dejé caer un brazo y con el otro le agarré la verga, preparada para joderme.
Estando así, casi me vine… Saber que estaba casi encuerada, en público y con un desconocido viéndome, me dejó loquita, caliente, caliente. No me ocurrió en esos momentos que estaría siendo una “puta” para el taxista.
Después “nos quitamos” las pantis descubriendo con la araña peluda, donde ya tenía varios dedos metidos moviéndome la bolita, y la otra mano paseando por mis pechos.
Me murmuró:
– Mámame…
– ¡Nooo! Me está viendo.
– No seas pendeja, ya te está viendo encuerada y cachondeada. Además no tiene la menor idea de quienes somos.
Como eran argumentos válidos, sin más, esta pendeja se bajó a comerse la verga. Mentiría si dijera que era forzada, mentira…, lo hice con muchas ganas. Antes de venirse me dijo, ven cariño, móntate para cogerte…
-¿Cómo me pongo…?
– Siéntate en mi verga de frente a mí…
Me coloqué encima de él como me había dicho, arrodillada de piernas abiertas y apoyándome en él para encajarme bien en su palo. Él se deslizó hacia e frente pata facilitar. Era una posición que nos gustaba porque me metía la verga hasta las bolas y podía mover bien las nalgas, toda a la vista.
Con lo que yo no contaba era con sentir otra mano acariciándome las nalgas, me congelé de inmediato y mi primito me dijo al oído:
-Si, ya lo ví, déjalo, lo más que puede hacer es acariciarte, creo que es muy cachondo…
Lo pensé y abrazándolo decidí aceptar, dejé que el cabrón me alisara nalgas y chiches. Y cuando después la metió entre las nalgas para dedearme la panocha, ya no dije nada.
A final de cuentas, tenía una verga chingándome y unas manos desconocidas acariciándome… ¡Era muy bueno…!
El chofer Iba a vuelta de rueda… muuuyyy despacio. Nos dio tiempo de venirnos. Bueno… yo varias veces, primero con la calentura de estar encuerada en público, después con la cogida, y finalmente otra con los dedos que el pendejo (¿Pendejo???) me estaba metiéndo por la buchaca…
Finalmente llegamos, me dejaron cerca, esperaron a que entrara y se fueron.
Al día siguiente tuve la crónica:
– Le pregunté: ¿Qué te dijo el chofer? Algunas barbaridades, sin duda…
– Si… (riéndose) Dijo que estabas muy buena y preguntó si eras piruja del hotel…
– ¿Y soy amor?
– Si cariño, le dije que sí, que te había contratado ahí, que ya te conocía de antes y por eso te había llevado hasta tu casa. Agregué que eras una puta fina.
(No le dije que eras solo para mí… Solo para nuestros juegos… Después agregó que si querías él te podría llevar y traer. (Y de paso cogerte… el cabrón…)
– Bueno… y así, ya que soy… (¿Qué soy… ?)
– Puta corazón, puta, piruja, zorra, fácil…
– Ja,ja,ja,ja… Está claro ¿y ahora qué quieres que haga tu putita?
– Coger, amor… dar las nalgas… aflojarlas… abrir las piernas… para esos cabrones con quien estoy intentando hacer ese negocio. Tú sabes que si resulta, tendrás una buena comisión. Si no… igual yo te cuido…
– Bueno… de acuerdo… ¡Vamos! Estoy lista y caliente…