7 Dias De Puta – Dia 0 – Parte 1
Cerré mis ojos, olvidando a duras penas mi reciente violación y pude recordar como empezó todo el lunes 21 de Mayo.
Cerca de las 6 de la tarde, Matías llegó serio, sin decir nada y entró en su despacho; luego me llamó.
-Si, te puedo servir en algo Matías?
-Vení, tengo algo para que veas
Apenas fijé mi vista en la pantalla de la notebook de mi jefe, empecé a ruborizarme…
Pero creo mejor retroceder un poco, así se entenderá como llegué a ser dominada por mi jefe, Matías.
Al iniciar esta historia tenía 19 años. Viví en una ciudad capital de provincia del interior de Argentina. Es una ciudad pujante pero que aún conserva prejuicios de la época colonial, por lo tanto, excepto el mío, evitaré dar nombres verdaderos. No tenía familia cerca, solo mi madre que a veces me visita un par de veces al año y a un 2 primos mellizos por parte de mi padre.
Mido 1.68 mt, soy blanca, de pelo negro semi lacio casi a media espalda, de facciones agradables. Mi cuerpo no es de infarto, soy una chica normal; sin embargo mi afición al deporte y a la natación de niña sobre todo lo ha moldeado bastante y me elogian mucho las piernas y sobre todo la cola bastante firme y respingona. Mis pechos son muy bonitos y simétricos sin parecer 2 globos de plástico, de pezones marrón claro, pequeños. Tengo ojos marrones claros color del tiempo, Reina solía decir que soy “la chica de al lado”, la que todo chico querría tener como vecina.
Como arranca esta historia? Fácil. Sentimientos desairados, deseos ignorados, necesidades económicas y delitos. En pocas palabras, por unos miserables billetes, me convertí en una puta que cumpliría hasta el peor de los caprichos de mi jefe…
Trabajé como secretaria en una oficina de comercialización y despacho de Aduana casi año y medio pero cuando desde la casa central hicieron eso que llaman reingeniería, me despidieron. En medio de una recesión mas o menos general, hice bastantes cosas, hasta trabajé de camarera en 2 restaurantes, fui promotora de publicidad radial y repartí folletos publicitarios en la vía pública en pleno centro de la ciudad.
Un día, mientras repartía folletos, me saludó Matías, un abogado que trabajaba en la firma de despacho de Aduana. Matías tenía 24 años, 5 mas que yo y siempre se mostró simpático, aunque algo me hacía desconfiar; nunca me relacioné más que lo necesario con él y sus amigos en la empresa y fuera de ella, casi ni lo veía.
-Sole! tanto tiempo!
Su sonrisa no llegó a disimular su mirada lasciva, ávida de mi cola, de mis piernas, de mis pechos, enfundada en un conjunto de lycra blanco muy llamativo.
-… Hola, Matías, como estás?
-Bien, tanto tiempo che. Matías se fué de la empresa 6 meses antes de mi despido. A estas alturas hacía casi 1 año sin vernos.
-Parece que éste va a ser tu día de suerte… bah, si te interesa..
-Hmmm, a ver, contame.
-Trabajo nena. Hagamos así, aquí está mi tarjeta, te espero en ésa dirección mañana a las 10, te queda bien?
-Perfecto!, seguro te veo allá.
Al otro día, en contra de lo que me dictaba mi intuición fuí a verlo a su oficina. No sabía del cambio que estaba a punto de sufrir mi vida.
-Mirá Sol, el tema es muy facil para vos. Hacés más o menos lo mismo que hacías en la empresa en los mismos horarios más el manejo de dinero por un sueldo similar al que cobrabas, excepto que los 3 primeros meses, vas a estar en negro, ok? vemos si vos andás en el puesto, que estoy seguro que si. Después te prometo no solo tomarte efectiva sino recompensarte por el tiempo que trabajes en negro y si lo hacés muy bien, hasta puede que te aumente el sueldo. Te sirve?
-Claro que me sirve! Gracias, gracias! la verdad me viene bárbaro! no sabés la falta que me hacía.
-Me alegro mucho, bienvenida y a trabajar!
En poco tiempo ya estaba super acostumbrada, con mi uniforme de falda azul oscuro a medio muslo, camisa blanca y zapatos negros de taco alto y mis más que “ejecutivos” anteojos, trataba con él, que venía poco, con los clientes mayormente por teléfono , me ocupaba de las cuentas en el banco, pagos de impuestos y todo parecía ir perfecto en mi trabajo. Pero era solo la calma que precede a la tormenta…
Mis deudas no habían parado de crecer en éste tiempo y necesitaba con urgencia algo de efectivo. Ese desgraciado día, Matías no estaba en la ciudad y la tentación pudo más que yo… sí, como imaginan, tomé algo de dinero de las operaciones y además (como si no tuviera suficiente), falsifiqué comprobantes para que me diera tiempo a devolver el dinero a principios del mes próximo, cuando cobrase mi primer sueldo, pero todo hecho desde una ingenuidad que hoy no puedo comprender.
Estaba muy nerviosa. Nunca antes hice algo así. Matías volvió y todo siguió como si nada. La verdad es que me relajé y un día tuve un sobrante no muy grande, aunque sí muy útil para mí y me lo guardé. Entendí que Matías confiaba casi ciegamente en mí y confieso que me aproveché y muy bien de ello en muy poco tiempo.
La víspera del día del trabajador, Matías me llevó a cenar, me agradeció mi dedicación al trabajo y se portó excelente todo el tiempo. Me llevó en su auto hasta mi departamento luego de la cena y al despedirnos intentó besarme pero yo lo esquivé. Pareció enojarse, me disculpé balbuceando algo de no mezclar las cosas y el solo asintió y rápidamente se fue.
Mi trabajo transcurrió normal los días posteriores, en que mi jefe no apareció hasta éste lunes 21. Cerca de las 6 de la tarde, Matías llegó serio, sin decir nada y entró en su despacho; luego me llamó.
-Si, te puedo servir en algo Matías?
-Vení, tengo algo para que veas. Apenas fijé mi vista en la pantalla de la notebook de mi jefe, empecé a ruborizarme.En la pantalla de su notebook se me veía claramente tomando un dinero de la caja y guardándolo en mi cartera. En el video, Matías mostraba a la cámara los billetes antes de guardarlos en la caja. Esos eran los billetes que luego yo tomaría por sobrante y me guardaría para mí. Estaba perdida.
-No hace falta decir Soledad que entre esto y los comprobantes es fácil descubrir que robaste, lisa y llanamente. Mas de una vez. Puedo hacer que termines en la cárcel y no solo eso, con esto a cuestas, no vas a conseguir ningún trabajo serio. Vas a repartir panfletos en la calle hasta que se te caigan las tetas y después, mejor ni pensarlo.
Su lenguaje duro hacia mí no me golpeó como la perspectiva de ser una paria. Era todo muy fuerte, pensé en la cárcel, en mi nombre manchado en todas esas cosas y quedé enmudecida un instante. Luego reaccioné, intentando disculparme.
-No Soledad, no. Entiendo la necesidad económica pero bien pudiste tomar otra actitud. No hay excusas. Te aprovechaste de la peor manera de mi buena disposición con vos y hasta te diste el gusto de despreciarme la otra noche y de un modo muy poco educado.
-No quise ofenderte, lo juro.
-Ya no importa. Pensé, me ilusioné en algún momento con tener algo con vos, algo lindo, entendés? gustarte, que se yo… Pero se acabó, después de todo lo que ví de vos, eso se acabó, vas a conocer lo peor de mí ahora…
Esa amenaza me sonó peor que ir a la cárcel. Estaba asustada, perdida.
-Te voy a devolver la plata Matías, lo juro, solo no me despidas, así yo puedo…
-No te voy a despedir. Te voy a dar opciones, no como vos hiciste conmigo. Escuchá: tenés 2 alternativas, o te denuncio a la policía, vas a la cárcel y se acaba tu vida o seguís como mi empleada pero ya no vas a ser solo una empleada, vas a ser mi esclava. Entendés???!
-Como esclava? no entiendo…
-Esclava, esclava, que sos idiota??! esclava… vas a hacer todo, absolutamente todo lo que yo te ordene. Sino, te denuncio.
Me ví acorralada, no tenía escapatoria y todo por ser tan estúpida! Sin embargo, rápidamente calculé que si jugaba bien mis cartas, saldría rápido de todo este embrollo.
-… bueno, Matías, está bien…
-No soy Matías para vos nunca más; a menos que te indique lo contrario. Para vos, desde ahora soy TU SEÑOR, TU AMO, entendido puta??!!
-Si, pero…
-Pero nada!!! La bofetada que me propinó casi me hace caer al suelo, haciendo que mi cabello tapara mis anteojos. En sus ojos había mucha furia, en ese momento sentí miedo.
-Sos mi esclava. VOY A HACER CON VOS LO QUE YO QUIERA, CUANDO YO QUIERA Y COMO YO QUIERA Y TODO LO QUE VAS A DECIR ES GRACIAS MI SEÑOR. Entendido idiota??!!
No daba crédito, a pesar del dolor en mi mejilla, de lo que pasaba. Quizás, salirme de esta costaría más de lo que pensaba.
-Dije: entendido idiota??!!
-… si… si, señor
-Respondé bien, puta de mierda!
-ehhh, si, si amo, si mi señor.
-Así está mejor. Pero tengo que asegurarme que sos mi esclava. Vamos. Me levantó con fuerza de un brazo, me dió un beso muy apasionado metiendo su lengua a la fuerza mientras me sobaba el culo con rabia. Una mezcla de vergüenza y odio hacia el me obligaba a forcejear pero sabía que estaba en sus manos y la impotencia me hacía sentir peor todavía. Me llevó a los tirones hasta la puerta de su despacho. Antes de salir de su oficina me dijo:
-Cuando lleguemos a tu escritorio me vas a implorar que te coja, entendido puta??!!
-pero Matías…
-Basta, puta de mierda!!! que te reviento!! La nueva bofetada me recordó muy dolorosamente que si no quería ir a la cárcel, debía ser su esclava.
-Si, si amo, si.
-Te vas a levantar la falda y me vas pedir por favor que te la meta durísimo desde atrás.
-Si mi señor, lo haré.
-Que te quede claro. Si no hacés EXACTAMENTE lo que te ordene, vas a pasarlo muy mal. No hay tiempo para pensar nada, es ahora o nunca, entendido??!
-Si mi señor, lo comprendo. Aunque en realidad no entendía nada. Después me dí cuenta que estaba aceptando y que probablemente no era el mal menor, aunque nunca estuve en la cárcel. Quizás debí correr el riesgo, pero ya no podré saberlo.
Llegamos a mi escritorio y me sentía rarísima, pero su mirada no dejaba lugar a dudas. Comencé, atemorizada, enfurecida y al mismo tiempo tímidamente a subirme la falda hasta que mi culotte negro quedó a la vista, la falda en mi cintura, levantando mi trasero, apoyada en el escritorio de espaldas a él, con mi voz quebrada y sin mirarlo le rogué:
-Por favor, amo, por favor, cojame fuerte, muy fuerte desde atrás, se lo suplico! Matías solo sonrió y abrió su pantalón y sin mucho trámite corrió mi culotte y me la metió con fuerza en la vagina. Lo brusco de su acción me hizo gritar de dolor, me saltaron las lágrimas de inmediato pero él me tapó la boca con una mano y con la otra me sujetó de las caderas para bombearme sin parar; apenas podía sostenerme con mis manos sobre el escritorio. Cuando sintió que ya no gritaba tanto, porque mi vagina se había adaptado a su verga, me tomó las tetas con ambas manos por sobre mi camisa.
Confieso que sentir esa verga tan dura y caliente dentro mío, hizo que al poco rato comenzara a mojarme y eso me daba maś rabia todavía, pero si quería salvarme de la cárcel debía seguirle el juego. Así estuvo dándomela duro, como yo le había “pedido” hasta que se salió y me ordenó:
-De rodillas! Como no reaccioné rápido, a causa de la sorpresa y las ganas que siguiera así me corría, me tomó de los pelos y me hizo arrodillar, solo apuntó su verga a mi boca y yo abrí automáticamente, resignada a ser una puta por un puñado de billetes. O sea, una verdadera puta… mis lágrimas brotaron de nuevo mientras sentía sus espasmos. Comenzó a correrse en mi boca pero luego sacó la verga y echó un poco de su leche en mi cara,enchastrando mis anteojos y dejando algo de su leche en mis mejillas.
-Ahora limpiála!
Tomé su pija y le pasé la lengua lentamente hasta limpiarla por completo. El sabor agrio de su leche se mezclaba con el amargo sabor de mis lágrimas. El poco consuelo de creer que todo terminaba ahí, se disiparía muy pronto…